El Circo de los Aduladores: Malabarismos y Traiciones en la Oficina


Texto escrito en décima. Sean benevolentes, me exprimi el cerebro, sean benevolentes 

En la selva de concreto,
donde el más fuerte es ley,
se alza el que nunca fue,
con astucia de insecto.
El compañero perfecto,
de moral se disfraza,
pero su juego rechaza
al honesto y su labor,
con un chisme sin honor,
y una sonrisa que abraza.

Se lamentan del ambiente,
"¡Qué malos son los demás!",
mas su actuar es fugaz,
y su queja, persistente.
Con su voz poco coherente,
critican al diligente,
mientras su lengua miente,
y en la sombra del poder,
solo buscan el tener,
sin ser nunca competente.

El jefe, en su gran sillón,
predica con gran fervor,
pero ante el adulador,
pierde toda convicción.
Con cada nueva traición,
su silencio es elocuente,
y al leal siempre exigente,
le demanda más acción,
mientras premia la ficción,
de quien miente complaciente.

Con sarcasmo y sin temor,
retrato este panorama,
donde la verdad se derrama,
en cada verso mayor.
No busco causar dolor,
sino mostrar la ironía,
de esta cotidiana porfía,
donde el más listo prevalece,
y la oficina se estremece,
en su falsa armonía.

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